En Sergat, como agencia de comunicación y relaciones públicas especializada en aviación, turismo, hostelería y lifestyle, nos enorgullece mantener relaciones duraderas con un número considerable de clientes. Una relación de muchos años que, con algunos de los clientes, supera incluso los 25 años. Esta circunstancia, en el sector de las agencias de comunicación, es muy poco frecuente y muchas veces se nos pregunta por este hecho diferencial y destacable. Destacable porque, en principio, puede ser más fácil ganar un cliente nuevo que mantenerlo durante muchos años, en situaciones cambiantes y en un entorno altamente competitivo.
Si un cliente de primerísima línea mundial, ya sea una compañía aérea, un destino turístico, un hotel o cadena hotelera, mantiene tanto tiempo a su agencia de comunicación tiene que haber razones de peso, empezando por su profesionalidad y nivel de servicio. Asimismo, también es válido mirarlo desde el punto de vista de la agencia: trabajar muchos años con un determinado cliente requiere de entendimiento mutuo, una sintonía y afinidad por su marca y cultura empresarial. Y que este vínculo a largo plazo no solo esté condicionado por relaciones personales con personas concretas, ya que la rotación de personal clave en una empresa grande y dinámica puede ser elevada, lo que significa con frecuencia la presencia de una nueva persona de contacto o de reporting.
Mientras la “longevidad” en la relación con muchos de nuestros clientes es un hecho, también tenemos que señalar que no todas las relaciones son fáciles, factibles o incluso deseables. Cualquier agencia de comunicación, como pasa en cualquier otro negocio con criterio comercial, desea tener nuevos y más clientes. Sin embargo, a veces ocurre —y lo hemos experimentado en varias ocasiones— que esta propuesta de relación “cliente – agencia de comunicación” no es un match.
Esto normalmente sucede por falta de compenetración, por tener valores diferentes o, hay que decirlo, por incompatibilidad entre interlocutores. Para nosotros es primordial no solo querer trabajar para una marca o empresa determinada porque nos motiva su actividad, trayectoria y valores, sino tener lo que podríamos calificar como same wavelength, una conexión natural entre empresa y empresa, entre personas y personas. Si falta esta química entre personas, entre cliente y agencia, cualquier relación —por muy lucrativa que pueda ser— está abocada al fracaso.
Este es uno de los pilares sobre los que cimentamos nuestra relación como agencia de comunicación con los clientes: una profunda sintonía, un respeto mutuo más allá de los intereses puramente comerciales, ética profesional, un interés verdadero en su negocio y una motivación y cercanía que nos permita una integración profunda en la empresa y cultura corporativa. Una relación fructuosa siempre es —en cualquier tipo de relación en la vida— recíproca y equilibrada.
